Cuentos : Bendecido con mala visión
Sucedió en una ocasión que el Mulá Nasrudín había asistido a la corte del rey cuando estaba de visita su barbero.
Como todo el mundo sabía, el rey era muy vanidoso con respecto a su apariencia. Por eso, el barbero necesitó de coraje para decir “Majestad, talvez podría atreverme a sugerir que pongamos un pequeño algo en su cabello hoy…”
“¿Algo?” dijo el rey con recelo. “¿A qué te refieres? ¿qué tipo de ‘algo’?”
“Un poco de color, su Alteza,” dijo el barbero. “Hay sólo una o dos canas, vea usted…”
“¡Canas!” gritó el rey indignado. “¿Cómo te atreves a decir algo así? Guardias, saquen a este barbero y denle unos buenos golpes hasta que entre en razón.”
E instantáneamente el desafortunado barbero fu arrastrado fuera.
“Canas,” refunfuñó el rey, mirándose con atención en el espejo. “¿De qué está hablando? Usted,” dijo señalando al Visir, “¿ve alguna cana en mi cabeza?”
“Ninguna majestad,” respondió rápidamente el Visir.
“¡Mentiroso!” gritó el rey. “¿De qué me sirve un Visir que no me diga la verdad? Guardias, sáquenlo y golpéenlo también.”
Y el pobre Visir también fue arrastrado fuera a pesar de sus protestas.
“Usted, Mulá,” dijo el rey, “¿ve USTED canas en mi cabeza?”
“Majestad,” dijo Nasrudín, “por las bendiciones del Todopoderoso nací daltónico. Soy incapaz de responder su pregunta.”
Traducido por Darafshan Daniela Anda