Cuentos: la caridad y la serpiente
El rabino Akiva, quien llegó a ser conocido como el “Jefe de los Sabios”, comenzó su vida de una manera muy humilde. Era un pastor analfabeto, cuando Raquel, hija de un hombre rico, al ver buenas cualidades en él, le dijo que, si aprendía a leer y estudiar la Torá, ella consentiría en casarse con él. Como era de esperar, su padre estaba furioso por su elección y la repudió. En consecuencia, la pareja tuvo que soportar muchos años de pobreza antes de que cambiaran sus circunstancias.
Se dice que cuando nació una hija del rabino Akiva y Raquel, los astrólogos declararon que moriría en su noche de bodas por la mordedura de una serpiente venenosa. “Quizás, y quizás no”, dijo el rabino Akiva. “Solo el Todopoderoso lo sabe”.
Pasaron los años, la hija creció y luego llegó el momento de casarse. La noche de su boda se quitó un broche y lo clavó en la pared del dormitorio. Por la mañana, cuando sacó el broche de la pared, descubrió que el alfiler había perforado y matado a una serpiente pequeña pero mortal.
Al enterarse de esto, el rabino Akiva le preguntó: “¿Hiciste algo inusual ayer?”
La hija respondió: “Un hombre pobre llegó ayer a nuestra puerta. Todos estaban ocupados con el banquete y no había nadie que lo atendiera. Así que tomé la porción de comida que me habían dado y se la di”.
Y al escuchar esto, el rabino Akiva repitió el dicho de Proverbios: “… La caridad libera de la muerte”.
Traducido por Yaqín, Rodrigo Esteban