Cuentos : Cómo el gallo logró que el sol salga
Hace mucho, mucho tiempo, cuando el mundo era joven, sucedió que el Sol brillaba todos los días con tanta fuerza que el mundo se ponía muy, muy caliente. Los animales lo soportaban pacientemente, pero los humanos, como eran humanos, se quejaban, y algunos de ellos decían groserías y agitaban los puños contra el Sol. Cuando el Sol oyó estos insultos, su gran orgullo se sintió herido y regresó a su hogar, declarando que ya no volvería a elevarse hacia el cielo.
Como resultado, el mundo se volvió oscuro y frío, y toda la creación sufrió. Los humanos se disculparon, pero el Sol dudó de su sinceridad y se negó a volver a sus viajes diarios.
Entonces los pájaros decidieron enviar un mensajero para rogar al Sol que cediera, y eligieron al gallo para esta tarea. Cuando el gallo llegó a la casa del Sol, el calor y la luz que allí había le inspiraron, y pronunció muchas palabras de elogio hacia su anfitrión. Luego suplicó al Sol que volviera a sus costumbres para que el mundo volviera a ser como antes.
“No”, respondió el Sol, “los humanos me han ofendido profundamente, y no soporto volver donde no me quieren”.
“Bueno”, dijo el gallo, “si es así, debe ser así, pero entonces tendré que volver a casa en la oscuridad. Soy un pájaro indefenso, y temo que el feroz gato de la selva me encuentre en la oscuridad y me devore. Incluso más que la pérdida de mi inútil vida, lamentaría las habladurías que podrían surgir si alguien que ha sido huésped del Sol fuera destruido en su camino a casa.”
El Sol dijo: “No temas. Has sido mi invitado, y si te atacan a tu regreso, simplemente llámame y acudiré”.
El gallo agradeció al Sol su generosidad y se marchó. Pero incluso antes de llegar a la selva, empezó a cantar con fuerza. Inmediatamente, el Sol salió de su casa y empezó a buscar al gallo. Pero el gallo se escondió y el Sol se pasó todo el día en el cielo buscándolo.
Y hasta el día de hoy, cuando canta el gallo, el Sol se levanta para proteger a su huésped, pues tan grande es la profundidad de su hospitalidad.
Traducido por Inam Anda