Cuentos: ¡Gracias a Dios!
Sucedió una vez que el Mulá Nasrudín tenía una cosecha inusualmente abundante de remolachas en su jardín: ¡remolachas grandes y redondas del tamaño de repollos! Sintiéndose satisfecho y deseando compartir su buena fortuna, llenó una gran cesta con las remolachas más grandes y se dirigió al palacio del gobernador.
En el camino, se encontró con un amigo que le preguntó qué estaba haciendo.
“Voy a ofrecer remolachas al gobernador”, respondió Nasrudín.
El amigo puso una cara larga. “Resulta que sé que el gobernador odia las remolachas. Tu regalo no sería bien recibido. Mejor llévale higos. Creo que le gustan”.
Nasrudín volvió a su casa, llenó su cesta de higos y partió de nuevo hacia el palacio.
Sin embargo, cuando llegó, encontró al gobernador de muy mal humor. Había comido una gran cantidad de higos justo el día anterior y, como consecuencia, estaba sufriendo de algunos problemas. Cuando Nasrudín se presentó ante él con la cesta de higos, el gobernador gritó enfadado: “¿Higos? ¿Cómo te atreves a ofrecerme higos?”. Y ordenó a los guardias llevar al Mulá afuera, quitarle el turbante y tirarle todos los higos a la cabeza.
En un momento, Nasrudín estaba de pie en la plaza al frente del palacio, siendo bombardeado por higos. Sin embargo, para desconcierto de los guardias, con cada higo que le golpeaba el Mulá decía: “¡Gracias a Dios!”.
“Mulá”, dijeron, “¿qué hay que agradecer a Dios cuando te tiramos un higo a la cabeza?”.
“Doy gracias a Dios”, respondió Nasrudín, “que escuché a mi amigo y no traje las remolachas”.
Traducción: Abdel Kabir Mauricio Navarro J.