Cuentos: El Mulá y la escalera
Sucedió una vez, en cierto día soleado, que el mulá Nasrudín tenía su mirada puesta sobre el árbol de albaricoques del jardín de su vecino, y veía que estaba cargado de frutos maduros. “Sería una gran desgracia si tal abundancia se desperdiciara,” pensó el mulá. “En efecto, ¡sería una ofensa al Creador si no se recolectara y se comiera!” Sintiéndose justificado por su argumento teológico y motivado con los pensamientos de albaricoques calientes por el sol, fue a buscar una escalera.
Colocando la escalera sobre el muro del jardín de su vecino, escaló hasta la punta, alzó la escalera, la colocó de lado del jardín del vecino, y descendió al jardín. Ahí, para su sorpresa, encontró a su vecino al pie de la escalera, mirándolo sospechosamente.
“Mulá,” dijo el hombre, “¿Qué significa esto? ¿Qué está haciendo aquí?”
“¿No es obvio?” respondió Nasrudín. “Estoy ofreciendo mi escalera en venta.”
“¿Ofreciendo su escalera en venta?” dijo con sorpresa el vecino. “Pero este no es un lugar para vender cosas.”
“Mi amigo, esto demuestra lo poco que sabes acerca del arte de vender,” respondió Nasrudín. “Lleva una escalera como esta al mercado y se verá como una buena cantidad de leña! Pero tráela aquí a un jardín y puedes ver lo útil que es. ¿No lo ves, con una escalera, lo fácil que es trepar tu muro?”
El vecino miró dudoso al Mulá, y después a la escalera. Finalmente dijo, “Está bien… ¿cuánto?”
“Una canasta de albaricoques,” dijo rápidamente Nasrudín.
Puesto que el hombre tenía muchos albaricoques en ese momento, no parecía gran precio, así que accedió a comprar la escalera.
Cuando Nasrudín tuvo su canasta de albaricoques, ofreció a su vecino una cordial despedida. Entonces trepó por la escalera el muro, y levantó la escalera hacia donde estaba. Mientras lo hacía exclamó, “No te preocupes, solo la estoy tomando prestada. ¡La traeré de vuelta cuando tus membrillos estén maduros!”
Traducido por Darafshan Daniela Anda