Cuentos: El Mulá aprende a tener tacto
Alguna vez hace mucho tiempo sucedió que un hombre llegó donde Mulá Nasrudín y le pidió que le ayudara a cuidar sus asuntos mientras se iba a otra ciudad por negocios. “Tendré que estar lejos durante meses cada vez,” dijo. “Por favor cuida de mi familia, mi casa, todo. Si tienes alguna novedad me puedes escribir.”
Naturalmente — y puesto que el hombre le estaba ofreciendo pagar algo por sus servicios— el Mulá aceptó el trabajo y el hombre se marchó aliviado de haber encontrado un cuidador confiable. Después de haber estado ausente por un par de meses, sin embargo, recibió una carta corta y tajante de Nasrudín: “Tu gato ha muerto.”
Cuando el hombre regresó de visita a su hogar, aprovechó la oportunidad para reprender a Nasrudín. “¿Cómo pudiste avisarme lo de mi gato con tan poco tacto?” protestó.
“¿A qué te refieres?” preguntó Nasrudín.
“Deberías haberme dado la noticia de forma gradual,” dijo el hombre, “comenzar delicadamente. Podías quizás haber escrito que mi gato estaba actuando de forma extraña. Y después de una semana o dos que el gato no estaba comiendo bien, y aún después que el gato estaba durmiendo todo el tiempo, y después de eso, una nota para decir que una mañana por voluntad del Todopoderoso el gato no despertó. Eso es tener tacto Mulá.”
“Gracias por decírmelo,” dijo el Mulá, “seguiré tu consejo.”
Satisfecho de haber enseñado algo de tacto al Mulá, el hombre se marchó nuevamente. Tres semanas más tarde recibió una carta de Nasrudín. Esta decía: “Tu madre está actuando de forma extraña.”
Traducción al español Darafshan Daniela Anda