Cuentos: Medicina inservible
Había una vez una mujer que, mediante el estudio, la habilidad y una compasión cada vez más profunda por el sufrimiento de quienes la rodeaban, había desarrollado un gran dominio de las hierbas y la vida. Se dijo que la única enfermedad que no pudo curar fue la llamada final del más allá, e incluso hubo rumores de que había regresado a más de un alma de ese viaje.
Habiendo alcanzado cierta edad y deseando transmitir sus conocimientos, tomó como aprendiz a una mujer más joven y comenzó a instruirla en sus artes. Día tras día, durante largas horas estudiaron diversos polvos, mezclas y jarabes, mientras la discípula aprendía sus usos, sus efectos, sus límites y sus peligros.
Un día, la aprendiz señaló un frasco grande escondido en un estante alto y dijo: “Madre, ¿qué es eso?”
“Una mezcla que probablemente nunca usarás”, respondió la mujer. “Recibí ese frasco de mi maestro, y lo he usado una o dos veces, pero casi nunca es de ningún beneficio”.
“¿No es una buena medicina? Entonces, ¿por qué conservarlo?”.
“Es un medicamento muy eficaz, pero la gente lo toma una o dos veces y luego lo abandona. No pueden soportar el efecto”.
“Debe ser muy amargo”, dijo la aprendiz. “¿Para qué sirve?”.
“La eliminación de obstáculos en el camino”.
La aprendiz miró a su maestra, perpleja. “¡Pero madre, seguro que todo el mundo desea eso!”.
La mujer mayor asintió. “Todo el mundo se enfrenta a obstáculos y desea que desaparezcan. Pero ¿dónde está el primer obstáculo, la fuente de todos los demás obstáculos? En ellos mismos. E incluso con la ayuda de este medicamento, la mayoría de las personas no pueden aceptar la cura”.
Traducción por Yaqín Anda