The Guest Room:
I WON THE JACKPOT
A story by Amin Juan Ramiro Betancur Velásquez
(Inspired by an ancient Sufi tale)
What would I do if I won the lottery? I have asked myself this many, many times, but above all just at the moment I buy a ticket. What is more, I confess that I have asked myself this hoping that God, Allah, Jehovah, Ahura Mazda–whatever you like to call the One and Only–was listening to my thoughts and after hearing all my fantasies, He would decide, in all His Providence, to order to the lottery software to give me the prize, of whatever number followed by nine zeros in our devalued Colombian pesos.
Well! I have won the Jackpot!
Yes, my dear friend. I won! Yes, just what you are reading. A friend of yours has won the grand prize. The day I knew all those bills were mine, I had a shock! I didn’t know where to begin. Why not begin by organizing all the trips I always wanted, or deciding what kind of luxury car I would drive, or the size of the mansion I was going to live in, and the collection of seven wrist watches to use one for every day of the week…or better, thirty of them for every day of the month…no, why not three hundred sixty five premium wrist watches to wear during the whole year…
Of course my first grocery shopping was going to be delightful, ‘gourmet of gourmet’. But first I will have to get a big freezer, I thought, one of those very expensive big freezers that I could only admire with my nose stuck to the window of some very expensive electrical appliance store. Or why not better to install two big rooms filled with plenty of food at home? One refrigerated room and one freezer room, and of course a wine cellar! In this way I could offer parties to my friends every weekend. And for the wardrobe, those pedantic salesmen working in all those sophisticated clothing shops were going to see me coming in to order whatever I want, all them on their knees, smiling hypocritically, just as long as I choose the most expensive clothing.
And on and on, thinking about these worldly desires while I was walking down the street going to make my first purchases, I encountered a man dressed in rags, seated at the edge of the pavement.
Thinking that he was just a beggar asking for some coins, I searched for some in my pocket, but I realized that this poor man was seated on a precious, carved wooden box, which did not go with his scanty, worn belongings. The curiosity to ask him about that box overcame me, and with a coin in my hand I asked, ‘Old man, what a beautiful wooden box that is, what’s in it?’ The man didn’t answer. He looked at me with the most piercing glance, full of the most profound and inexpressible strength I have ever felt, and suddenly he rose up, took the box, opened it and showed me the biggest and most astonishing, refulgent, and marvelously pure diamond I had seen in all my life.
-There it is…do you want it? – he said to me.
I was shocked…I could barely breathe…I couldn’t take my eyes from that incredible richness lying just in front of my eyes, in the middle of the street, no guards, no armoured cars, no police, no guns…just him, the diamond and me…there he was offering it to me…no…in fact, he was giving that diamond to me! I was shaking because my previous experience with jewels told me that this precious, brilliant stone was worth many times the value of my lottery prize. I almost snatched it up from his hands…I barely remember thanking him.
With the box in my hands, clutching it as tightly as I could, I began to walk home. I took one, two, three, twenty steps, but suddenly with all the thoughts turning in my head, his piercing gaze fell on me again, and suddenly my heart spoke…’Are you sure about this?’ I turned around, and as I retraced my steps I wondered why I was doing that…My heart whispered again, ‘just let me guide you’, and suddenly I heard myself saying this to the mysterious man…
- Sir, sir! Please, take this. I’m giving back your diamond!
- Don’t you want my gift? Don’t you know that acting like that you are showing very little courtesy? – he said.
- Oh no! I am very thankful to you, but what I would like you to give me is something really invaluable, infinitely more than this very expensive jewel.
- Okay, then, what would you like me to give you? – replied the man, with the most moving and light-filled smile that I had ever seen.
- I want you to give me the inner richness that makes you able to give up such worldly riches – I said.
Suddenly his presence vanished before me and I found myself returning to my home, and lo! Like a bolt of lightening that illuminates the thick, oppressive darkness, I knew in that very moment what was going to be the purpose of the money from the lottery ticket.
Then I clearly heard the sweetest and most blissful voice from within,
- Blessed are you! You have won the greatest prize!
* * *
¡Me gané la lotería!
(Inspirado en un antiguo cuento Sufi)
¿Qué haría si me ganara la lotería? Me he hecho esa pregunta muchas, muchas veces, pero sobre todo en el momento en el que compro la lotería. Más aun, confieso que me he hecho esa pregunta esperando que Dios, Alá, Jehová, Ahura Mazda – como quieras llamar al Uno y Único – estuviera escuchando mis pensamientos, y después de escuchar todas mis fantasías, decidiera Él en toda su Providencia, ordenar al software de la lotería que me diera el premio, el que fuera, un número seguido por nuevo ceros en nuestros devaluados pesos colombianos.
¡Pues bien! ¡Me gané la lotería!
Sí, querido amigo. ¡He ganado! Sí, tal como estás leyendo. Un amigo tuyo se ha ganado el premio mayor de la lotería. ¡El mismo día en que supe que todos esos billetes eran míos tuve un shock! No sabía por dónde comenzar. Por qué no comenzar organizando todos los viajes que siempre quise, o decidir qué tipo de carro de lujo iba a conducir, o el tamaño de la mansión en la que iba a vivir, y la colección de siete relojes de pulsera para cada día de la semana…o mejor, treinta de ellos para cada día del mes…no, ¿por qué no trecientos sesenta y cinco relojes de lujo para lucir durante el año?
Por supuesto mis primeras compras de abarrotes serían deliciosas, ‘gourmet de gourmets’. Pero en primer lugar tendría que conseguir un gran refrigerador – pensé-, de aquellos muy costosos y grandes que solo podía apreciar pegando mi nariz en las ventanas de algún almacén de electrodomésticos de lujo. ¿Y mejor por qué no instalar en casa dos grandes cuartos llenos de comida? Un cuarto frío y un cuarto de congelación, y por supuesto, ¡una cava de vinos! De esta manera podría ofrecer fiestas para mis amigos cada fin de semana. Y para el guardarropa, aquellos pedantes vendedores que trabajan en todas esas sofisticadas tiendas de ropa me iban a ver entrando allí para ordenar lo que quisiera, todos ellos de rodillas, sonriendo con toda hipocresía siempre y cuando yo escogiera los más costosos vestidos.
Y así una y otra vez, pensando en estos mundanos deseos mientras caminaba por la calle para hacer mis primeras compras, me encontré a un hombre en harapos, sentado a un lado del andén.
Pensando que era solo un mendigo que pedía algunas monedas, busqué en mi bolsillo unas cuantas, pero me di cuenta de que este pobre hombre estaba sentado sobre una preciosa caja tallada de madera, que no correspondía con sus escasas y gastadas pertenencias. La curiosidad por preguntarle acerca de esa caja me ganó y con una moneda retenida en mi mano pregunté, ‘Anciano, qué hermosa caja de madera, ¿qué hay adentro?’ El hombre no contestó. Me miró con la mirada más intensa, llena de la fuerza más profunda e inexpresable que haya sentido, y de repente se levantó, tomó la caja, la abrió y me mostró el más puro, sorprendente, refulgente y maravilloso diamante que jamás hubiera yo visto en toda mi vida.
- Ahí lo tienes… ¿lo quieres? – me dijo.
Yo estaba conmocionado…casi no podía respirar…No podía quitar los ojos de esa increíble riqueza que reposaba justo ante mis ojos, en plena calle, sin escoltas, sin carros blindados, sin policía, sin armas…sólo él, el diamante y yo, allí estaba él ofreciéndomelo…¡No, entregándome de verdad el diamante! Yo temblaba. Mi experiencia anterior con joyas me decía que esa preciosa y brillante piedra valía muchísimas veces más mi premio de lotería. Casi lo arrebaté de sus manos; escasamente recuerdo haberle dado las gracias.
Con la caja aferrada en mis manos tan fuerte como podía, comencé a caminar hacia mi casa. Di uno, dos, tres, veinte pasos, pero de repente y con todo el barullo de pensamientos en mi mente, su intensa mirada cayó de nuevo sobre mí y de repente mi corazón habló; ‘¿Estás seguro de esto?’ Giré en redondo y a medida que deshacía mis pasos me pregunté por qué lo estaba haciendo. Mi corazón susurró de nuevo, ‘solo déjame guiarte’, y de pronto me escuché a mí mismo diciéndole esto al misterioso hombre…
- ¡Señor, señor! Por favor, tenga. ¡Le devuelvo su diamante!
- ¿No quieres mi regalo? ¿No sabes que al hacerlo estás mostrando muy poca cortesía?
- ¡Oh no! Estoy muy agradecido contigo, pero lo que quiero que me des es algo realmente invaluable, infinitamente más que esta muy costosa joya.
- Bueno, entonces, ¿qué quieres que te dé? – respondió el hombre con la sonrisa más conmovedora y llena de luz que jamás vi.
- Quiero que me des la riqueza interior que te hace capaz de entregar semejantes riquezas mundanas – le dije.
De repente su presencia se desvaneció ante mí y me encontré regresando a casa, y he aquí que, como un relámpago que con su destello ilumina la opresiva y espesa oscuridad, supe en ese preciso momento cuál debía ser el propósito del dinero ganado con el billete de la lotería.
Escuché entonces claramente una voz, la voz más dulce y dichosa desde mi interior,
- ¡Bendito seas! ¡Has ganado el premio mayor!
Dear Nawab Thank you for the constantly flowing fountain of inspiration.
After reading ‘The Lottery ‘ , I felt like I had been given a beautiful gift. Azim
Lovely story, Amin.
Amin que hermoso cuento, permite la reflexion y aprendizaje, gracias
Amado Amin, gracias! por tantas enseñanzas compartidas a tu lado
HMMMM, the jewell for someone called Zubin is a source of contemplation that unfolds over the decades, most recently into the statement “I was a hidden treasure and I desired to be known”
and the lottery: Ten years ago I bought a lottery ticket for $22 million, and I thought I wouldn’t win if I didn’t know how I would spend it, so at home with a cold anyway, I spent the entire day on the couch, developing a plan for how I would spend it. There was a certain consistency with my nature, family, extended family, spiritual community, community buildings, and some annual recreation.
The thing is ten years down the track many of those dreams are bearing fruit, without winning the jackpot!
Hermoso Amin. Mil gracias!