La espada del ahora
La remembranza es un principio fundamental de la senda sufí, como lo hemos comentado antes, pero es importante saber que la remembranza no es lo mismo que la memoria.
En el modo de hablar corriente, la memoria significa la recreación mental de algo conocido alguna vez – por ejemplo, el recuerdo de una tarde placentera con amigos, probablemente evocada como una nebulosa de impresiones y sentimientos agradables, sin muchos detalles específicos. Como nuestra memoria es una reproducción, no la sentimos con la misma intensidad que conocimos en la primera experiencia, y nuestras impresiones y sentimientos parecen atenuarse detrás de nosotros a medida que avanzamos por la vida, hasta que el evento es casi olvidado. Las reminiscencias son, podríamos decir, algo almacenado en la biblioteca del pasado, que consultamos de vez en cuando.
La remembranza, de otra parte, en la comprensión espiritual, significa redirigir nuestra atención a una Realidad presente. Es, de hecho, el opuesto exacto de la memoria. Tal vez una mejor palabra sería reconocimiento.
Qushayri nos cuenta que el momento es una espada, pero pocas personas viven en el momento. Nuestra atención se encuentra distendida a lo largo de lo que creemos que es el pasado y el futuro, pero que realmente son nuestras propias creaciones mentales; no podemos señalar el pasado, ni podemos sostener el futuro en nuestras manos. Nuestro “pasado” son impresiones, memorias de memorias, e interpretaciones de lo que pensamos que ocurrió, con formas y sombras emocionales asociadas. Nuestro “futuro” no es más real – simplemente proyecciones imaginarias y expectativas que parecen nunca llegar. El poder de una espada viene de concentrar fuerza en el grosor de un solo cabello, y la comprensión mística proviene de concentrar toda la atención en el ahora.
Ese “ahora” puede ser entendido como la Divina Presencia, y nuestra remembranza debería ser enfocar nuestra mirada en ese instante viviente. Es por ello, como advierte Qushayri, que la espada del momento debe manejarse con suavidad. Si estamos desatentos, podremos sufrir, pero si venimos con humildad, con autocontrol y respeto, el momento puede ser el filo brillante que corta las cuerdas que nos atan.
Traducido por Vadan Juan Camilo Betancur Gómez