Vislumbres: Inayat y el eclipse
Los lectores que observan el cielo podrían interesarse por el siguiente relato de Sirkar van Stolk sobre la reacción de Hazrat Inayat Khan durante un eclipse lunar hace cerca de cien años. Sirkar en ese momento estaba viajando con Hazrat Inayat como su secretario y registró este evento en su libro “Memorias de un sabio sufí”. Al finalizar la Escuela de Verano en 1924, habían viajado a Roma y luego a Nápoles, donde ocurrió lo siguiente. Según los registros, hubo un eclipse de luna parcial el 8 de febrero de 1925, que habría sido visible en toda Europa.
Una noche fui solo a la habitación de Murshid, después de la cena, esperando que me saludara con la serenidad que había llegado a asociar con él. Pero iba a recibir un shock. Por primera vez desde que lo conocía, no estaba tranquilo. Estaba, de hecho, extremadamente inquieto y perturbado – un estado totalmente inusual en él. No me di cuenta entonces de la particular visión que estaba a punto de tener de la vida interior de Hazrat Inayat Khan.
Aunque durante mucho tiempo me había fascinado el tema de la influencia de la luna, nunca me había dado cuenta, hasta esa noche en Nápoles, hasta qué punto podía actuar en un ser tan evolucionado como Hazrat Inayat Khan. No tenía ni la menor idea de lo que le estaba afectando mientras se movía en la habitación, inquieto y más bien distraído. Y me sorprendí cuando me pidió que abriera las cortinas y mirara si había algo malo con la luna. Hice lo que me pidió. La luna estaba completamente llena; pero mientras la observaba, una gran sombra negra comenzó a moverse por su superficie.
“¡Un eclipse!” dije. “El inicio de un eclipse”.
“Eso pensé”, fue su respuesta.
Luego dijo que iba a dar un paseo, y me pidió que lo acompañara. Comenzamos por el bulevar que bordea la bahía; pero en lugar de proceder con su calma habitual, solemne paz, Murshid caminaba tan rápido que incluyo yo, con mis largas piernas, apenas podías seguirlo. Su cabello volaba detrás de él, y claramente estaba muy por fuera de su verdadero ritmo. Hubo, para mií, una atmósfera de irrealidad casi toda la noche: la repentina caída en la oscuridad del mundo iluminado por la luna; la inexplicable agitación en el comportamiento de Murshid.
Luego de unos veinte minutos de caminata, Murshid retornó al hotel y me pidió que fuera a su habitación en una hora. Así lo hice, sintiéndome todavía lleno de inquietud; y una vez más iba a recibir una sorpresa. Todas las señales de su extraño comportamiento se habían desvanecido; él estaba tan tranquilo y relajado como siempre. Me pidió que me sentara y comenzó a hablar sobre las influencias de la luna. Reflexioné sobre el tema por varios días; y llegué a la conclusión de que detrás de este curioso interludio hay un profundo significado.
Aquellos que viven una vida inspirada y tienen que permanecer constantemente abiertos al influjo de fuerzas cósmicas superiores, a menudo están íntimamente conectados con las diferentes fases de la luna. Si los artistas, músicos, y otros trabajadores creativos son afectados por ellas, cuánto más los seres como Hazrat Inayat Khan, que viven en un estado aun más alto de comprensión. Las delicadas e inspiradoras radiaciones de la luz de luna son, para un ser así, una suerte de sangre vital.
Cuando la repentina oscuridad cubrió la luna esa noche en Nápoles, fue como si Murshid hubiera sido abruptamente desconectado de la fuente de su fortaleza, de esas fuerzas cósmicas vitales que normalmente alimentaban su ser. Parecía como si el eclipse hubiera servido – como él mismo lo dijo más tarde – para hacerle caer en cuenta de una manera muy directa del hecho de que el poder y la inspiración no se originan en nosotros mismos, sino en una fuente externa y mucho, mucho mayor.
“Sentí que toda la inspiración se había ido de mí ”, dijo. “Estuve limitado en una forma en la que nunca antes había estado”.
Traducido por Inam Rodrigo Anda
Demuestra una vez más,que el alma sensible siente mucho más y está mucho más presente en si mismo y en su alrededor.
Gracias Maestro Nawab