Acerca del instrumento
Una de las consecuencias de vivir en una Sociedad compleja es que delegamos muchos aspectos de la vida. No se necesita sembrar, cuidar y cosechar papas; hay sacos de papas disponibles en el supermercado. No se necesita acarrear agua de un poso; abres el grifo y sale abundantemente. No es necesario ir con una pala para reparar la calle; el gobierno (supuestamente) enviará una cuadrilla a parchar los baches. Y a pesar de que podemos ser “creyentes” en un camino espiritual, hay una tendencia a pensar, de una manera similar, que podemos eludir la necesidad de orar. De esta forma va este sentimiento: “Dios es omnisciente. Él conoce mis necesidades aun mejor que yo. Por lo tanto, si Él es compasivo y misericordioso, como nos has dicho, entonces le dejo que se encargue de lo necesario, y continuaré con mi vida”.
A pesar de lo conveniente que parezca desde un punto de vista de manejo del tiempo, la falla en este pensamiento es que hace lo Divino tan remoto y sin rostro como un departamento del gobierno, en lugar de una Presencia amorosa y atenta. ¿Quién de nosotros, cuando llenamos la tetera para una tasa de té, da gracias a la empresa municipal de agua potable? Preferimos dar por sentada la planta de agua, a menos que se descomponga, y entonces nuestra inexistente relación con ella se despierta y se vuelve muy, muy crítica. Pero si nos permitimos una relación tan distante con el Único Ser, Quien es toda luz y vida, entonces parece que por nuestra negligencia, nos mantenemos en la oscuridad.
En el artículo recientemente publicado acerca de la oración, Hazrat Inayat Khan dice: En realidad Dios está dentro de ti, y como Él está dentro de ti, tú eres el instrumento de Dios; a través tuyo Dios experimenta el mundo exterior, y tu eres el mejor instrumento para expresarte a Dios.
Una forma de entender esto es que la naturaleza de tu conexión con Dios depende de tu propia condición interior. Si hay confusión, duda o conflicto, el instrumento no funcionará bien. Por otro lado, si eres un instrumento claramente enfocado y bien afinado del que se ha extraído el moho del egoísmo, entonces tu canción vibrará claramente; lo que quiera que anheles, será audible en todos los niveles de consciencia. Esto aplica a nuestras necesidades materiales, pero también a nuestro anhelo de encontrar unión con la Perfección.
Lo que es más, si el instrumento está bien cuidado para este propósito, podemos esperar que invite al Músico a tocar. Esto es a lo que el poeta Hafiz se refería cuando dijo,
Soy un agujero en la flauta
por el que el aliento de Cristo atraviesa.
Escuchen esta música.
Traducido por Inam Rodrigo Anda