Finding the tonic note (Spanish translation)

En busca de la nota tónica

Cuando Hazrat Inayat Khan navegó hacia Occidente en 1910, lo embargaba la emoción y tenía un elevado sentido de anticipación. Siempre lo había atraído Occidente, y a juzgar por comentarios en su autobiografía, sentía que había algún vasto y divino propósito detrás de este viaje; un propósito que sólo se volvió claro con el tiempo. Durante años de constantes viajes llegó a entender que la misión de su vida no era servir a la música; en la India, la música era el sagrario en el que había ofrecido su alma a lo divino, pero en occidente reconoció que estaba llamado a servir a la humanidad entregando el mensaje divino.

No es un mensaje nuevo; si hay verdad en él, no puede ser distinto del mismo mensaje que ha sido entregado una y otra vez al mundo durante milenios. Por tanto, aunque ha sido llamado ‘el Mensaje Sufí’, no fue creado por los Sufis y no le pertenece a ellos; le pertenece a todos, pues ha venido del Creador de todos. La expresión solo significa que ahora es la responsabilidad (pero no la exclusiva responsabilidad) de los Sufis de servir y difundir este precioso regalo.

El mensaje también ha sido llamado ‘el Mensaje de Amor, Armonía y Belleza’, que es tal vez una descripción más clara. Existe una exquisita interrelación entre estos tres términos. Es la percepción de la belleza la que despierta el amor, en aras del amor buscamos con naturalidad la armonía y la armonía es el cimiento esencial de la belleza–y así el círculo continúa, si tan solo lo cuidamos apropiadamente.

El amor es un tema que sentimos conocer, aunque una persona sabia dirá, “Me gustaría conocerlo mejor”. En forma similar tenemos nuestro punto de vista de la belleza, aunque una persona reflexiva observará que nuestro ideal no es fijo sino que evoluciona constantemente durante la vida. Pero, ¿qué podemos decir de la armonía? Toda persona aprecia la armonía pero, ¿quién puede decir lo que es, o cómo obtenerla? En la medida en que la armonía es la cualidad de una relación –entre dos notas musicales o entre dos personas, por ejemplo – existe un campo infinito para su expresión, y aquello que favorece la armonía en un momento puede no hacerlo en otro momento. Este carácter esquivo se puede ver en la lista de cualidades expresadas en los así llamados 99 Nombres de Dios. Hay muchos que se relacionan con el amor y la belleza pero ninguno se refiere en forma explícita a la armonía.

Al discutir esta cualidad en ‘El Misticismo del Sonido’ (en el Vol. II de la colección del Mensaje), Hazrat Inayat habla de dos aspectos de la armonía personal. Uno es la armonía de cuerpo y alma, la integración necesaria para hacer de una persona un ser humano total. No es de sorprender que él le insista al buscador que esté atento en cuanto a que la satisfacción del cuerpo no necesariamente sirve al anhelo del alma. Escribe al respecto: Dejar salir todas las pasiones terrenales da una satisfacción momentánea y es más, crea una tendencia para buscar más; en este afán, la satisfacción del alma es pasada por alto por el ser humano, que está ocupado constantemente en la persecución de su disfrute y comodidad terrenales, privando al alma de su verdadera dicha. El verdadero deleite del alma reside en el amor, la armonía y la belleza, cuyo resultado es sabiduría, calma y paz; mientras permanentes, mayor es la satisfacción del alma.

El otro aspecto de la armonía personal es aprender a armonizar con los demás:   difícil y frustrante con frecuencia pues se relaciona con la satisfacción de dos egos, el propio y el de la otra persona. ¿Cómo puede lograrse? Una clave está en la estructura de la música: las notas de una escala (y por tanto, de una composición), pueden no estar en armonía unas con otras, pero la tónica o ‘do’ de una escala estará en armonía con todas las demás. Es por esta razón que se le llama la nota fundamental. Entonces, cuando experimentamos falta de armonía con otro, podríamos intentar excavar profundo en el asunto hasta encontrar la tónica, aquella nota en la que nuestro espíritu está en armonía con la otra persona. No es necesario que cedamos nuestra nota, ni la otra persona necesita ceder la de ella; ambas notas tienen cabida en la composición. Todo lo que necesitamos es hacernos conscientes de la nota en la que nuestros tonos separados se resuelven, y entonces encontraremos armonía.

 

3 Replies to “Finding the tonic note (Spanish translation)”

  1. Jelal Francisco Proaño

    Gracias por esa hermosa y poética descripción de como Hazrat Inayat encontró el verdadero propósito de su vida y por recordarnos la dimensión real las palabras Amor Armonía y Belleza y su “exquisita” relación entre ellas, es que a veces de tanto usarlas se convierten en palabras con buen significado, que suenan bonito y nos olvidamos que son la llave del Camino que hemos escogido.
    Que sencillo y profundo la cita de Hazrat Inayat sobre la armonía entre el cuerpo y el alma

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  2. Dilnawaz

    Que hermoso, nuevamente hace sentir en nuestros corazones, que el mensaje Sufi no desconoce ningún otro mensaje ni mensajero, solo se une a ellos para seguir en nuestro trabajo y encontrar la nota con la que podremos armonizar con el otro. Bella reflexión Maestro, gracias

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  3. Juan Amin Betancur

    Muchas gracias, querido maestro Nawab, por este iluminador escrito afinado con sabiduría en la nota fundamental del Espíritu. Estaba tratando de encontrar ejemplos de disputas entre personas que pueden resolverse encontrando la nota fundamental…por ejemplo, una pareja que discute duramente por imponer la razón de cada uno, y de pronto recuerdan que vale la pena que si ellos sacrifican un poco sus ‘razones’ su ideal de construcción de una familia prevalecerá. Otro ejemplo; dos personas que tienen posturas cerradas por sus opiniones políticas, y de pronto se dan cuenta que abrirse a la opinión del otro permitirá que la convivencia entre las personas – la nota fundamental – pueda florecer. En nuestro caso, en Colombia, las duras y agresivas posiciones sobre el actual proceso de paz, podrían resolverse -o por lo menos suavizarse- si todas las partes en conflicto se dieran cuenta de que sacrificando ‘razones llenas de razón’ se lograría un futuro en paz para nuestros descendientes – la nota fundamental -.

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