Vislumbres : El poder de la presencia de Murshid
La siguiente anécdota de la vida de Hazrat Inayat Khan, cuando viajaba por algún lugar de Inglaterra durante la Primera Guerra Mundial, ofrece una interesante ilustración del tema de la intoxicación y la pureza.
Un día Murshid llegó a una ciudad a una hora inesperada, y no encontró a nadie en la estación de tren para recibirlo. No había luces en las calles durante el tiempo de guerra, ni tampoco se podía encontrar un vehículo. Murshid se quedó solo con todas sus cosas a cuestas, las manos llenas de maletas y su instrumento.
Caminó por la carretera, esperando encontrar a alguien que le indicara el camino. Vio a lo lejos a unos hombres que se acercaban. Al acercarse, comprobó que todos habían bebido y estaban en el momento de mayor gloria. Se reían a carcajadas. Gritando, peleando y bailando, se acercaron hasta donde estaba el Murshid, cargado con todas sus maletas en la oscuridad. Mientras se acercaban, uno vio a Murshid y dijo: “Oh, ¿quién es ese?”, y en respuesta a esto salió de todos una carcajada desbordante. La mirada del Murshid cayó sobre ellos como un relámpago, y pareció como si toda su embriaguez y sentimiento de alboroto se desvanecieran en un momento.
Entonces les preguntó por el lugar que buscaba y le dijeron: “Te llevaremos al lugar”. Un hombre cogió la maleta del Murshid, un segundo otra maleta, y un tercero también cogió algo, pero Murshid no quiso dar su vina a nadie, pero dos se la quitaron, con toda la fuerza que tenían, y siguieron el camino tan tranquilamente como si estuvieran en su deber sagrado. No quedaba el menor signo de embriaguez. Cada uno de ellos parecía haber sido controlado por alguna impresión en su interior de la que ellos mismos no se daban cuenta hasta el momento en que escoltaron al Murshid.
Traducido al español por Arifa Margarita Rosa Jáuregui