Hazrat Inayat : Initiation pt IX (Spanish version)

Hazrat Inayat : Iniciación pt IX

He aquí una entrega más de la serie de Hazrat Inayat Khan sobre la iniciación, un tema que merece el estudio de todo murid en el camino Sufi. La publicación anterior puede encontrarse aquí

Podríamos preguntarnos qué debemos pensar sobre el camino de la iniciación: ¿cuál debe ser nuestra meta? ¿qué debemos esperar de él? ¿Debemos esperar ser buenos, o saludables, o atractivos, o poderosos, o físicamente desarrollados, o clarividentes? Nada de esto necesitamos ser, aunque con el tiempo se los puede cultivar naturalmente, pero no deberíamos esforzarnos por estas cosas. 

Supongan que una persona desarrolla poder, pero no sabe cómo usarlo, el resultado será desastroso. Supongan que desarrolla atracción, y con su poder atrae todo, tanto lo bueno como lo malo; entonces será difícil deshacerse de lo que ha atraído con su poder. O quizás una persona es muy buena, tan buena que todos le parecen malos; es demasiado buena para vivir en el mundo, y de esa manera se convertirá en una carga para sí misma. Estas cosas no deben ser buscadas a través de la iniciación. La intensión es encontrar a Dios dentro de nosotros, sumergirnos en nuestro interior, para que podamos tocar la unidad integral del Ser. Es con este fin que trabajamos con el poder de la iniciación, para que logremos alcanzar toda la inspiración y bendiciones en nuestra vida desde el interior.  

Para esto, son necesarias dos cosas: la una es realizar regularmente las prácticas que nos han asignado, y hacerlo con el corazón y el alma; la segunda es comprometerse con los estudios que son asignados, sin considerar que son sólo para una lectura superficial, sino para meditar cada palabra. Mientras más los pensemos, mayor será su efecto para abrir nuestros corazones. Leer es una cosa, contemplar es otra. Las lecciones se deben meditar; no debemos dar por sentada ni siquiera la más simple palabra o frase. Pensemos en los Hindúes, los Chinos, los Pársis, que por miles de años siempre han meditado sobre las enseñanzas que sostienen como sagradas, y sin embargo no se cansan de ellas.  

La iniciación es una confianza sagrada, una confianza del murshid a su murid y una confianza del murid al murshid. Ya no debería haber una barrera desde el momento de la iniciación, porque si hay una barrera entonces la iniciación ya no es una iniciación. Y cuando la barrera entre el murid y el murshid se ha quitado, el siguiente paso será quitar la barrera que se interpone entre Dios y el adorador. Además, la Orden Sufi es una orden mística, y hay algunos pensamientos y consideraciones que se deben observar. Uno de estos es que una vez que se nos ha confiado un secreto, debemos guardarlo con la más sagrada confianza. También debemos aceptar todas las enseñanzas que nos sean dadas; ya sea medicina amarga o dulce, el paciente la toma. Hay un tiempo para cada cosa, y así mismo la iluminación tiene su tiempo. Pero el progreso, el progreso verdadero, depende de la paciencia del discípulo, junto con su afán por avanzar.  

El camino de la iniciación también es un camino de pruebas: pruebas del iniciador, pruebas de Dios, pruebas del ser, y pruebas del mundo; y pasar por estas pruebas es signo del progreso real del murid, mientras que aquel que no toma estas pruebas estará perdiendo su tiempo.

La Orden, y esto es evidente por la palabra ‘orden’ en sí misma, significa que hay cierta jerarquía formal de los iniciadores y del Pir-o-Murshid, y que se les debe considerar y respetar como quienes han llegado más lejos en esa dirección elegida. Esta ley no es de ninguna manera diferente a la ley de la naturaleza y de la vida: cuando un niño que ha sido irrespetuoso con sus padres se convierte en padre, encontrará la misma actitud en sus propios hijos. Un soldado que no mantiene disciplina frente a su capitán o coronel experimentará lo mismo de sus subordinados cuando más tarde tenga esa posición. Pero la pregunta es si llegará algún día a ese rango, sin haber considerado y observado aquello que debía observarse, ya que aquellos que han avanzado en cualquier línea, ya sea en música, en poesía, en pensamiento, o en filosofía, siempre lo han hecho con humildad, saludando en cada paso a aquellos que han llegado más lejos.  

Entonces, hay tres etapas para el discípulo, el murid, que recorre el camino espiritual. La primera etapa es la receptividad, tomar lo que le es dado sin decir, ‘Esta enseñanza la aceptaré, y aquella no la aceptaré.’ La siguiente etapa es asimilar las enseñanzas. Y la tercera etapa es fijarlas en la mente y permitir que la mente observe la razón de las cosas; pero esto va después de la asimilación. Entonces, aquel que considera estas tres etapas y las transita cuidadosamente, con firmeza – la etapa de receptividad, la etapa de asimilación y la etapa de consideración – será el murid exitoso en el camino.

Pese a que la forma externa pueda parecer jerárquica, aun así el mensaje Sufi lleva a la verdadera democracia, puesto que sostiene la promesa de esa meta que es el anhelo de toda alma. Esto en sí mismo es lo principal en la democracia, pues es esto lo que hace la democracia; y la razón, según la creencia Sufi, es que la chispa divina está en toda alma. Es con esperanza y confianza en Dios, en el murshid, y en esa chispa divina que está en nuestro propio corazón, que podemos asegurar el éxito en la vida, si solo diéramos un paso adelante.

Continuará…

Traducido por Darafshan Daniela Anda

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