Hazrat Inayat : Initiation pt XIV (Spanish version)

Hazrat Inayat: Iniciación parte XIV

A medida que continúa su serie de enseñanzas sobre el importante tema de la iniciación, Hazrat Inayat Khan habla aquí de la iniciación “natural”, con la cual se refiere a un despertar o alteración que llega espontáneamente, y no de la mano de un guía o maestro. La publicación anterior de la serie se puede encontrar aquí.

Así como las aves se reúnen en bandadas y los animales en manadas, también hay seres humanos que se mueven en grupos en esta o aquella dirección, atraídos por el poder de otros; y, sin embargo, si se le pregunta a una persona si este también es su caso, él respondería: “No, no conmigo, pero sí con todos los demás”. Es difícil para cualquiera darse cuenta de hasta qué punto puede moverse inconscientemente con la multitud a la derecha o a la izquierda. Y cuando una persona da un paso en una dirección diferente, insatisfecha de ser retenida e influenciada por la multitud, por sus amigos y parientes, por los que lo rodean, entonces muestra iniciativa. Por lo tanto, el verdadero significado de la palabra iniciación, que está relacionada con la iniciativa, es que un hombre toma su propia dirección, en lugar de aquella en la que la multitud lo está halando. Y cuando esto ocurra, los religiosos dirán que se ha convertido en un pagano, sus amigos dirán que se ha vuelto tonto, y sus parientes dirán que se ha vuelto loco.

La iniciación tiene tres aspectos diferentes: uno es la iniciación natural, otro es la iniciación avanzada y el tercero es la iniciación superior.

La iniciación natural puede llegar a una persona en cualquier momento de su vida. No llega a todos, sino solo a algunos. Y para esta iniciación, no se necesita ir a un maestro; llega cuando es el momento de que llegue. Se presenta en forma de un cambio repentino de perspectiva de la vida; una persona siente que ha despertado repentinamente a otro mundo. Aunque permanece en el mismo mundo, se ha vuelto totalmente diferente para él. Las cosas que parecían importantes se vuelven menos importantes; los colores palidecen y el brillo de las cosas desaparece. Las cosas se muestran con valores diferentes. El valor de todo cambia en el momento en que cambia la perspectiva. Es un cambio como mirar a través de un telescopio; a través de un telescopio uno ve las cosas de manera muy diferente.

Una persona puede ser joven y tener esa experiencia; puede llegar en cualquier momento de su vida. Para algunos llega gradualmente, pero luego es un proceso largo, mientras que, para otros, algo sucede repentinamente en sus vidas y en un abrir y cerrar de ojos el mundo se ha vuelto diferente; todo de repente tiene un valor diferente. Esta es la iniciación natural.

¿Cómo se produce esta iniciación? ¿Cuál es su proceso metafísico? El alma está cubierta por velos, un velo sobre otro, y el desgarro de estos velos permite que el alma emerja o se eleve más alto.

Naturalmente, con el siguiente paso el horizonte de su perspectiva se ensancha y el alma llega más lejos, mientras que la vida se vuelve más clara. Una persona puede no ser consciente de tal cambio; puede ignorarlo o no saberlo; sin embargo, está allí, aunque entre cien personas tal vez solo una sea realmente consciente de ello.

En cada paso que el alma avanza en el camino, se acerca naturalmente a Dios, y acercarse a Dios significa heredar o atraer hacia uno las cualidades de Dios. En otras palabras, el alma ve más, escucha más, comprende más, y disfruta más, porque vive una vida superior, una vida más elevada.

Los maestros y profetas que tenían que dar un mensaje a la humanidad, que tenían que prestar un servicio a la humanidad, tuvieron tales iniciaciones incluso en su infancia. Hay una historia que dice que el corazón del profeta Mahoma se abrió y se extrajo alguna sustancia de él. La gente toma esto literalmente, pero el verdadero significado es que se arrancó una cubierta y se le permitió al alma elevarse y avanzar en el camino. Puede haber muchas iniciaciones de este tipo, tal vez una o dos, o seis o siete según el estado de evolución del iniciado.

La vida, tal como la vivimos hoy en día, es muy difícil para una persona cuyo punto de vista haya cambiado de repente, ya que el mundo vive hoy en día a un cierto tono, y no puede tolerar a alguien cuyo tono está por debajo o por encima del tono ordinario de la vida. A la gente le disgusta tal persona, le causan dificultades, lo desaprueban a él y a sus ideas; y si no tiene ningún amigo o guía en el camino, entonces puede quedarse en el mismo plano de pensamiento hasta que la naturaleza le ayude, pues todo lo demás lo trae hacia atrás.

Algunos piensan que los santos, maestros o sabios no tienen necesidad de iniciación, pero olvidan que ningún alma puede avanzar en el camino sin la iniciación.

¿Cuál es el resultado de esta iniciación natural? Perplejidad, perplejidad extrema. Pero esta perplejidad no es lo mismo que la confusión; hay una gran diferencia entre los dos. En la confusión hay un elemento de duda, pero cuando una persona está perpleja dice: “! Qué maravilloso¡, ¡qué asombroso! Las palabras no pueden explicarlo, ¡Es un milagro!” Puede parecer bastante simple para alguien más, pero para una persona avanzada es un milagro. Y puede haber otros que digan: “¡Qué tontería, no veo nada en lo que tú has visto!” Pero lo que uno ha percibido es tan maravilloso que no puede explicarse. Así es la vida, es una diferencia de perspectiva. Una persona ve una maravilla, un esplendor, y otra dice: “¿Y qué? Es muy simple, no es nada”.

Y el que dice esto piensa que es superior, porque para su mente es simple, mientras que la persona que se maravilla tiene la perspectiva de un niño, pues un niño se maravilla con todo. Sin duda es infantil, pero es el alma del niño la que ve; ve más que el alma de un adulto, que ha quedado cubierta por mil velos. En la infancia el niño puede ver el mundo angélico, puede hablar con entidades invisibles, puede ver cosas maravillosas pertenecientes a los diferentes planos. Es fácil decir de algo que es infantil, inocente o ignorante; sin embargo, es lo más maravilloso ser infantil y tener la inocencia de un infante. No hay nada mejor que desear, ya que en todo esto se encuentra la felicidad y la belleza.

Esta perplejidad produce en una persona una especie de pesimismo, pero un pesimismo que no puede compararse con lo que normalmente llamamos pesimismo. Porque consideramos el pesimismo como una especie de miseria, pero esto es algo diferente. Un indicio de esto se encuentra en el verso de Omar Khayam: “Oh, mi Amado, llena la copa que despeja el hoy de arrepentimientos pasados y temores futuros; ¡mañana, por qué, mañana puedo ser yo mismo con los siete mil años de ayer!” Este pesimismo viene como una elevación, hace que una persona vea la vida desde un ángulo diferente. La vida misma que antes parecía elevarse sobre su cabeza de repente parece estar bajo sus pies…

¿Qué es entonces? Aparte de llamarlo pesimismo, también podría llamarse indiferencia, o independencia, y sin embargo, no es ninguna de estas tres cosas. No hay una palabra para ello en Español (o en inglés)* ; en Sánscrito se llama vairagya, una emoción,  un sentimiento muy diferente de todas las otras formas de ver la vida, una perspectiva que nos lleva a un mundo de pensamiento completamente diferente. Los valores de las cosas y las condiciones parecen cambiar por completo.

Uno podría pensar que sería una vida poco interesante ser indiferente, pero no es así; es lo más interesante; le da a uno la sensación de que la carga de la vida se ha aligerado. ¡Qué maravilloso sentimiento es este! Piensa lo que una pequeña relajación puede hacer después de un día de trabajo, cuando uno puede simplemente descansar por un momento; ¡qué elevación viene, qué vibraciones calmantes, y cómo se siente refrescada la mente! Si entonces el espíritu tiene la misma experiencia, sintiendo que la carga que lleva continuamente día y noche se levanta, entonces también se siente expandido por un momento. ¡Qué bendición es esto! No puede ser hablado en palabras, pero quien ha tenido aunque sea una ligera experiencia de esto, puede comprender su valor.

Traducido por Yaqin, Rodrigo Esteban Anda

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