Hazrat Inayat : Kismet parte II
Continuando con la conferencia sobre kismet o destino, Hazrat Inayat Khan ofreció una segunda clase del tema. En el texto a continuación, repite algunos de los pensamientos ofrecidos en la primera conferencia, pero de forma más detallada y agregando algunos puntos adicionales.
Siempre ha existido dos ideas de entendimiento general sobre la naturaleza de la existencia. Una es que existe un poder detrás, llamado Dios, Quien crea a los seres y los mueve según Su voluntad. La dicha, el dolor, la riqueza, la pobreza, el éxito, el fracaso, todo está hecho por Él con anticipación y preparado para el hombre en el momento en que su alma se forma, y después Él hace cambios de acuerdo con las buenas o malas acciones del hombre que se hacen con el poder del hombre, siendo el responsable de estas. Hay otra idea, que el hombre hace su propio destino, o hecha a perder su propia fortuna, y que no existe ningún otro poder oculto detrás con ninguna influencia en su vida.
La tercera idea es que alguna influencia planetaria gobierna la vida del hombre. Sus condiciones cambian de acuerdo con el cambio de los planetas.
En las tres diferentes ideas, surge un argumento: si el poder oculto de Dios, el Todopoderoso, controla toda acción y obra del hombre, ¿por qué debería el hombre ser recompensado por sus virtudes y castigado por sus pecados, pues no tiene opción en este asunto? En la segunda idea, surge un argumento que, si el hombre hace su fortuna, entonces ¿por qué no puede obtener todo lo que desea, y qué es lo que obstaculiza en ocasiones el camino hacia su logro?
En relación con la tercera idea, surge la pregunta: si los planetas tienen influencia sobre todos los individuos, entonces ¿por qué alguien debería buscar el éxito, y por qué debería esforzarse por un buen fin? Si están todos bajo la influencia de los planetas, todos deberían llegar a lo mismo sin ningún esfuerzo de su parte.
La explicación de lo que se menciona arriba es que Dios, el Poder Creativo, tiene un propósito que ya está definido antes de manifestar cada átomo, como el carpintero sabrá antes de hacer una silla que se utilizará para sentarse. Esto se puede entender al estudiar la anatomía del hombre – como, para mantener esta máquina externa bien, un órgano está hecho para ayudar al otro, como por ejemplo las pestañas como protección para los ojos. El hombre, ciego al observar todo con sus ojos, no logra ver la sabiduría del Creador, pero lo llama Sabio de todas formas.
Por su puesto hay dos tendencias, la creativa y la receptiva, y muy a menudo, la tendencia creativa no puede lograr su propósito debido a la falta de la tendencia receptiva. Por ejemplo, una persona lanzará una flecha para matar a un tigre, pero la flecha puede fracasar en alcanzar su objetivo, o una vaca puede cruzarse y el tigre salvarse a expensas de la vaca. Dios, el Creador, envía cada alma a la tierra para alcanzar el propósito ideal, pero la falta de tendencias receptivas mantiene al hombre por mal camino hasta que al final puede ser arrastrado hacia su origen después de sufrir todas las penas y dolores en la vida.
A pesar de que el hombre esté limitado en su elección de asuntos para el propósito para el que fue creado, es responsable de sus acciones, porque también le es dado el libre albedrío para llevar el mando en su limitada esfera en la vida. Entonces, el hombre hace o deshace su fortuna. Su voluntad se llama Qadr, y la voluntad detrás de esta, que abarca la voluntad de todos los individuos, es Qaza.
Por supuesto los planetas tienen su influencia sobre la vida del hombre, pues su alma, habiendo existido en el planeta, es parte de sus condiciones y se demuestra en la vida del hombre en la tierra. Al mismo tiempo, todo período se refleja por la influencia de un planeta. De hecho, es el universo cósmico que distingue el tiempo a nuestra forma de ver. Si no es así, el hombre no podría saber el día de la semana, el mes, o la hora del día o la noche. Por eso, cada tiempo tiene una influencia en conexión con la vida del hombre. “Hay un tiempo para cada cosa” (Corán).
En realidad, el hombre constituye las dos cualidades, la creativa y la receptiva – cuando la primera en perfección y la segunda antes de la perfección. Cuando alcanza el conocimiento, con fortaleza y poder, se convierte en amo de sus propios asuntos. Ninguna influencia planetaria, ninguna circunstancia, ni el decreto del destino puede interponerse en su camino; así continúa, progresando hasta que alcanza al plano que es llamado Qutubiyat por los Sufis, cuando no sólo controla su vida sino también la vida de todos los que viven en el planeta.
Traducido por Darafshan Daniela Anda