Hazrat Inayat: Sensitivity, Indifference and Restraint (Spanish version)

Sensibilidad es el signo de un corazón vivo. Es la sensibilidad la que hace al corazón un espejo. La tristeza hace al corazón sensible, pero también lo puede dejar adolorido, y es posible que el dolor cause irritación en lugar de sutileza. No es el corazón dolorido el que siempre se convierte en espejo, es el corazón sutil el que llega a ser transparente. El corazón que vive no solo responde a la tristeza, sino también a toda forma de belleza – belleza de palabra, forma, movimiento, característica, línea, color, tono o ritmo. Responde sobre todo a lo que está a su alrededor y lo que está a su alrededor está de acuerdo con su frecuencia. No es la herida sino el afinamiento del corazón el que lo armoniza con todo lo que es bello. Llega un tiempo en la evolución de cada uno cuando cada toque de belleza lleva el corazón a las lágrimas y es en ese momento que el Bien Amado del Cielo es traído a la tierra.

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La verdadera prueba del progreso de uno en el camino espiritual puede ser realizada examinando que tan indiferente es en cualquier situación de la vida. Hay llamados de todas partes, de todo lo que es bueno, de todo lo que es hermoso, de todo lo que es gentil, de todo lo que es confortable. Y cuando uno ha mostrado indiferencia a todos estos llamados, entonces comienza a escuchar los llamados de su inmediato derredor que son: un deseo de que su bondad sea apreciada y que su gentileza sea recibida con gratitud, y que su conocimiento sea comprendido por otros; su rango debe ser reconocido; su piedad debe ser observada por otros; su virtud debe ser valorada; sus buenas cualidades deben encontrar respuesta; sus buenas acciones deben dar fruto. Mientras más se libere de estos llamados, más llega a elevarse sobre la vida. Esta es la verdadera indiferencia – Vairagya – que debe practicar. Y la fuerza que viene de esta indiferencia es inexplicable y le da a uno maestría sobre la vida.

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La moral más grande que un sabio debe observar es abstenerse de la auto-afirmación en cualquier forma, no solo abstenerse del orgullo o el engreimiento, pero también de la auto-afirmación en la forma de modestia o humildad. Muy frecuentemente éstas llegan a ser las formas más convenientes de afirmar el yo, pues modestia y humildad pueden convertirse en una máscara que cubre su orgullo y engreimiento. El deseo de conocer la opinión de otros acerca de uno, buscando el aprecio por su buen trabajo, esperando gratitud, demandando respeto de otros, uno afirma su yo. Auto-afirmación es una actitud satánica, aun si aparece en un santo. Pues este es el único obstáculo, que se yergue como una montaña en el trayecto del viajero por el camino espiritual.

Tr. Inam Rodrigo Anda

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