Hazrat Inayat: La Divinidad del Arte pt IV
Tras haber mostrado la profundidad de la espiritualidad en el impulso artístico, Hazrat Inayat Khan habla ahora de la importancia del arte en la vida de la gente “común y corriente”. La publicación anterior está aquí.
Vemos, pues, que el hecho de que nuestro camino sea bueno o malo depende de nuestra apreciación del lado artístico de la vida, o de nuestra falta de él. Pero al decir esto, no se quiere dar a entender que todo el mundo debe necesariamente practicar para convertirse en artista, o aprender alguna rama del arte. Sólo se trata de decir que hay una chispa de facultad artística en cada alma. No hay una sola alma que no tenga esta chispa. Algunas tienen más, otras tienen menos. Sin embargo, esa chispa no tiene que ser utilizada por todos en esa medida que se llama “artista”. No. Pero debemos exhibir y utilizar esa facultad en nuestra vida cotidiana. Una persona con la facultad artística seguramente la mostrará en todo lo que haga, incluso al limpiar el polvo de una habitación o mantenerla ordenada, o al mantener una máquina en orden. En todas estas direcciones una persona puede mostrar el arte. No se necesita un palacio para empezar a manifestar el arte. Si realmente se tiene amor por la belleza, se puede mostrar la facultad artística en cosas muy pequeñas.
Además de esto, está el hecho de que el alma manifiesta externamente lo que tiene en su interior, de modo que es la belleza que el hombre tiene dentro de sí mismo la que expresa afuera. El hombre muestra su facultad artística en su trato hacia su amigo y hacia su entorno. Una persona que no tiene sentido del arte es llamada “grosera”, “desconsiderada”, “irreflexiva”, “tonta”, “simplona”, “tosca”, ” burda”.
Una persona no necesita tener mucho dinero para poder expresar su arte. Puede expresarlo en diversas circunstancias. Puede ser el hombre más pobre del mundo y, sin embargo, puede expresar la belleza de su alma en cualquier estado en el que pueda encontrarse. La belleza no se oculta. Uno muestra su arte en sus palabras. Cuando uno está en los negocios, o en la familia, o entre los amigos, no sabe cuántas veces durante el día hiere el sentimiento de los demás; ni siquiera lo notamos. Aunque uno fuera muy culto o tuviera mucha experiencia, la falta de arte seguiría manifestándose. Incluso una persona cariñosa, amable y buena, si le falta el arte, nunca podrá expresar la bondad que se oculta en su corazón.
Cuando Jesucristo enseñó en el Sermón de la Montaña: “Bienaventurados los gentiles, los mansos, los humildes, los pobres de espíritu”, ¿qué lección nos enseña? Es la lección del arte. La lección es: “produce en la propia personalidad”. Incluso los llamados artistas, músicos, poetas, pintores, si no han fomentado el arte, si el arte no está impreso en el alma, y si el alma no ha expresado la belleza del arte, no conocen el arte, son profanos; pretenden ser algo que no son.
Habiendo reflexionado mucho sobre este tema, y estando especialmente interesado en el arte, he entrado en contacto con artistas de diferentes países tanto de Oriente como de Occidente. Siempre he comprobado que los que realmente han alcanzado cierta grandeza en su arte eran aquellos que mostraban destellos de arte en su personalidad. Se notaba en las palabras que decían, en la forma en que me recibían y en el modo en que hablaban conmigo: su ternura de corazón, su amabilidad, su interés en mis asuntos. Todos los signos del arte podían verse en esas personalidades. Aunque no sea un artista literalmente, un pintor, un cantante, un poeta, cualquiera que sea la ocupación real, no importa, mientras uno se haya dado cuenta de la belleza en esa ocupación, y haya percibido la belleza a su alrededor, y haya reunido a su alrededor todo lo que encuentra bello. Todo esto debe ser expresado a su vez, y eso es lo que constituye el verdadero arte.
Continuará…
Traducción: Abdel Kabir Mauricio Navarro J.