Hazrat Inayat: La Divinidad del Arte pt V
En esta última entrega de la serie, Hazrat Inayat Khan muestra cómo el amor a la belleza conduce a la plenitud de la vida. La publicación anterior puede encontrarse aquí.
En el idioma hindú hay dos actitudes mencionadas por los filósofos, a saber: 1. hamsadi; 2. suhradi. La primera actitud es la de un ave del paraíso, un ave mítica de los hindúes llamada Hamsa. Si se pone leche mezclada con agua delante de Hamsa, beberá la leche y dejará el agua. La actitud suhradi es la de la gente. Es la tendencia de buscar dónde hay algún lugar sucio y luego querer sentarse en él. Tal es la tendencia del hombre. Una persona siempre está buscando lo que puede estar mal en las personas, se deleita escuchando algo malo sobre ellas, y está muy interesada en discutir sobre sus faltas y escuchar que son despreciados o insultados de alguna manera. Tales personas siempre quieren ver el mal a su alrededor, en cualquier forma que sea.
Este placer crece hasta que toda su vida se convierte en una carga, pues la presencia del mal produce su mala impresión, y los malos pensamientos se acumulan a su alrededor, pues se reproducen igual que un disco de gramófono, produce sonidos. Tal persona se convierte en el disco de gramófono del mal que recoge; lo pronuncia, retiene los malos sentimientos en su interior; los difunde ampliamente por dondequiera que vaya. No gusta de él, ni tampoco a él le gusta nadie; llegará el momento en que ni siquiera pueda gustarse a sí mismo.
Otro tipo de carácter es el que pasa por alto todo lo que no parece ser armonioso; sólo busca lo bueno en cada persona y encuentra algo bueno incluso en la peor persona del mundo. Esta persona busca el bien, desea verlo dondequiera que pueda encontrarlo, y de este modo recoge constantemente buenas impresiones. ¿Y qué es el “bien”? El bien es la belleza. ¿Qué es la belleza? La belleza es Dios. ¿Qué es la virtud? La virtud es la belleza. Lo que es belleza es también virtud.
No tenemos que aprender lo que es bueno y lo que es malo en un libro o una escritura o de alguna otra persona. Podemos aprender de nuestro propio sentido del arte. Cuanto mayor sea el sentido del arte, más mostrará lo que es correcto y lo que es incorrecto, lo que es bueno y lo que es malo. En cuanto los sentidos comienzan a desarrollarse y a comprender qué es lo que quita la belleza y qué es lo que la imparte, entonces tal persona recoge la belleza como se recogen las flores. Tales personas reciben a los demás con belleza, expresan la belleza, la imparten a los demás. Los demás los aman. Ellos aman a los demás. Viven y se mueven y tienen su ser en el amor, tal como se dice en la Biblia: “Viven y se mueven y tienen su ser en Dios”. Así que una persona que vive y se mueve y tiene su ser en el amor, ciertamente también vivirá y se moverá y tendrá su ser en Dios. Esto puede llamarse “el arte divino”, por el que una persona puede estudiar y esforzarse.
Pero además de esto, está el arte que cada persona debe buscar y desarrollar en su propia naturaleza. El Mensaje del Sufismo para el mundo occidental tiene como objetivo principal despertar el espíritu del mundo de este pensamiento de antagonismo y de odio mutuo, y hacer surgir el sentimiento de la fraternidad humana; para que toda la humanidad se encuentre con los demás, cualquiera que sea su nación, raza o religión, en un lugar, en un centro, a saber, el pensamiento de Dios. Y para elevarse a este ideal, y para sintonizar nuestra alma con este tono, tan necesario de principio a fin, es necesario buscar el camino de la belleza, y reconocer en la belleza el Ser de Dios.
Que Dios les bendiga.
Traducido por Inam Anda