Hazrat Inayat: El fenómeno del alma (parte XVIII)
Concluyendo su discusión sobre lo que hereda el alma en su manifestación, Hazrat Inayat Khan señala que, para aquellos que caminan por el sendero de la verdad, “no hay herencia”. Esta publicación es la última en la serie. La anterior se encuentra aquí.
Un niño puede parecerse mucho a su mamá en la apariencia, aunque su cualidad sea como la del padre. Por ejemplo, si el padre es muy generoso, y la madre es muy delgada, el niño quizás resulte tanto generoso como delgado. De este modo avanza la evolución del mundo, en el entremezclarse de naciones y razas. Aquellas familias que se mantienen segregadas a sí mismas finalmente resultan débiles y muy estúpidas. Por esta razón, el Profeta en el Islam permitió que todas las razas y castas se casen entre ellas, pues había llegado el momento para que la raza humana evolucionara de esta manera. Cuando un niño es diferente tanto de su madre como de su padre, en parte esto se debe a su herencia proveniente de otros ancestros de ambos lados, pero también se debe a sus impresiones astrales. Además del pensamiento, el habla y la acción, el niño construye su yo desde el momento en que nace en la tierra. Por esta razón puede haber tal diferencia entre el padre y el hijo, mientras que no hay diferencia entre los mosquitos o las abejas de Oriente y de Occidente.
Si heredamos atributos de nuestro padre, de nuestra madre, abuelo y antepasados, y adquirimos atributos de los jinns y los ángeles, ¿cómo podemos mejorar lo que es nuestro carácter? Un hombre puede decir: “tengo un temperamento apresurado porque mi padre tenía un temperamento apresurado, tengo una disposición cambiante porque es algo de mi familia; no puedo mejorarlo, es mi carácter”. En parte, esto es cierto, pero es algo que también se desarrolla por la creencia en ello. A lo largo de su vida, el alma adquiere y abandona atributos y cualidades. Un cobarde que se enlista en el ejército, a fuerza de escuchar siempre sobre la valentía y de vivir con soldados, puede con el tiempo sentirse inclinado a ir a la guerra a pelear. Una persona alegre puede volverse seria por estar en una sociedad de serios y una persona triste, estando con personas entusiastas, puede volverse entusiasta. El alma adquiere aquellas cualidades en las que está interesada, nunca toma aquellas en que no está interesada. El alma mantiene solo aquellos atributos en los que está interesada, y pierde aquellos en los que no lo está. Sin importar lo malvada que pueda ser una persona, sin importar cuántos atributos indeseables pueda haber heredado, ella también puede desecharlos todos con la fuerza de la voluntad si no le gustan.¿Pero podemos cambiar nuestro cuerpo físico? ¿Podemos cambiar nuestros rostros? Sí que podemos. Las personas se terminan pareciendo a aquellos en quienes piensan mucho o con quienes ellas se asocian. He visto pastores cuyas caras se han vuelto muy parecidas a las vacas y ovejas con las que viven. Son nuestros pensamientos y sentimientos los que cambian nuestra apariencia, y si tenemos control sobre ellos, podemos desarrollar la apariencia que deseamos desarrollar.
Si uno mira los retratos de Cristo, de Zoroastro, de Moisés y de otros profetas, uno puede ver que se parecen entre sí. Esos retratos están pintados a partir de la imaginación; los pintores no han visto aquello que pintan. ¿No son parecidos a como fueron en vida? Lo son, pues la mente es más grande que la cámara. Existen retratos de murshids de la orden Sufí, desde Khwaja Muinuddin Chishti en adelante, y esas imágenes de diez o doce murshids y de sus mureeds son muy parecidas. Si fue por imaginación, ¿por qué la imaginación no produce imágenes diferentes, siendo la naturaleza de la imaginación la de diferenciar más que unificar?
Para aquellos que caminan por el sendero de la verdad no hay herencia. Al realizar su origen divino, se liberan a sí mismos de toda herencia terrenal. Como dijo Cristo, “mi Padre en el cielo”, así ellos hacen realidad su origen a partir del espíritu y mediante su concentración y meditación pueden crear todos los méritos que desean y limpiar de su alma todas las influencias que no quieren poseer.
Traducido por Vadan Juan Camilo Betancur Gómez