Hazrat Inayat : El alma, de dónde y adónde, pt VII 

Continuando con su descripción de los reinos angélicales, Hazrat Inayat Khan explica ahora que los ángeles que están en contacto con los seres humanos suelen ser almas que ya han experimentado la vida en la tierra. La publicación anterior de la serie está aquí. 

Las esferas angélicales, los cielos más elevados, son las esferas de luz que se llaman Nur; y esa corriente de poder que corre por el Sol divino hace que se propaguen rayos, cada rayo es un ángel o un alma. Es la corriente divina, que en realidad es Nafs, el aliento o el ego. El aliento es el ego, y el ego es el aliento. Cuando el aliento ha abandonado el cuerpo, el ego se ha ido. La naturaleza de esta corriente, que se propaga como un rayo y que es una corriente vital, es recoger y crear. Recoge los átomos de la esfera por la que circula, y crea a partir de sí misma todo lo que puede crear. Por lo tanto, en los cielos angélicales, que es la esfera del resplandor, el alma recoge los átomos del resplandor. Un poeta sufí de Persia ha dado una expresión muy bella de esta idea en un verso: ‘Vino un resplandor vestido con una llama’. Antes de que los ángeles fueran concebidos por los artistas en forma de seres humanos, eran simbolizados como lámparas encendidas; de ahí viene la costumbre de encender velas en los servicios religiosos, mostrando así hasta cierto punto cómo eran los ángeles antes de convertirse en almas humanas. 

En las antiguas escrituras se menciona que los seres humanos produjeron ángeles por sus virtudes; pero esto es sólo una expresión simbólica; no es que los seres humanos produjeran ángeles por sus virtudes, sino que sus virtudes elevaron sus almas a los ángeles. Se puede preguntar: “Si las almas que se han instalado en el cielo angélico son ángeles, ¿qué las hace venir a la tierra?”. Se responde que no son los ángeles que se han establecido en el cielo angélico los que vienen a la tierra; porque estos rayos han terminado su poder creador al manifestarse como ángeles. Si hubieran tenido un poder mayor, sin duda habrían ido más lejos, hasta el plano físico, y se habrían manifestado preferentemente como seres humanos; porque el deseo de toda alma es alcanzar la culminación en la manifestación, y esa culminación es la etapa del plano humano. 

Las almas que regresan de la tierra se comunican con ella muy a menudo, y son esos ángeles los que generalmente conoce el hombre. Los ángeles, que nunca se han manifestado como personas en la tierra, sólo experimentan la vida terrestre por medio de otras mentes y cuerpos que por su evolución se acercan a los cielos angelicales. Los toman como instrumentos, a veces se reflejan en ellos, y a veces los hacen reflejarse en ellas. Esto no es obsesión, sino inspiración. 

Las almas en los cielos angélicos viven como un aliento. El alma en su naturaleza es una corriente; una corriente cuya naturaleza es envolverse a si misma con todo lo que pueda venir y se cruza en su camino. El alma recoge todo lo que le llega; por eso se vuelve diferente de su condición original. Sin embargo, en su ser real, el alma es una vibración, el alma es un aliento, el alma es inteligencia y el alma es la esencia de la personalidad. 

Muy a menudo surge la pregunta: “Si un ángel viene de lo alto, ¿desciende exteriormente ante una persona, o se manifiesta dentro de una persona en el corazón? El “ascensor” que baja a un alma y la lleva de vuelta al cielo está situado en el interior; ese “ascensor” es el aliento; el alma viene a la tierra con el aliento, y con el mismo aliento regresa. Aquellos de entre los seres humanos que ni siquiera son conscientes de su propio aliento, ¿cómo pueden saber quién viene a su interior y quién sale? Muchos parecen muy despiertos a la vida exterior, pero dormidos a la vida interior; y aunque la cámara de su corazón es continuamente visitada por los huéspedes del cielo, no conocen su propio corazón; no están allí. 

Continuará… 

Traducido por Inam Anda