Living Breath (Spanish version)

Aliento vivo 

Bajo el título “El Mejor Acto de Adoración”, The Inner Call publicó recientemente un pensamiento breve pero muy profundo del antiguo Sufi al-Qushayri, sobre la naturaleza esencial de la respiración. Se trata de un pensamiento escrito hace muchos cientos de años y en una cultura bastante diferente, por lo que la redacción puede resultar algo extraña: ¿qué podría entenderse por “secretos del corazón”? ¿Y qué es “llegar a la alfombra de la necesidad”? Y, sin embargo, si estamos dispuestos a leer con paciencia y atención, podemos reconocer aquí la idea de que cada respiración puede estar viva o muerta, y somos nosotros los responsables de la falta de vida. Esta es una idea similar a la relatada por Hazrat Inayat Khan, citando a su Murshid Syed Abu Hashim Madani: “Mi maestro espiritual, mi Murshid, dijo una vez: ‘La gente dice que hay muchos pecados y virtudes, pero yo creo que sólo hay un pecado’. Le pregunté cuál era y me respondió: ‘Dejar pasar una respiración sin ser consciente de ella’”. 

Para una persona normal, esto parece un reto imposible. Respiramos miles de veces al día, y muy a menudo estamos ocupados en uno u otro asunto, ocupados en algo que requiere urgentemente nuestra concentración (o al menos eso creemos). Ser constantemente conscientes de nuestra respiración se parece a la tarea que le encomendó Afrodita a Psique en la leyenda griega de clasificar en montones separados, un granero lleno de muchas clases de semillas pequeñas. Parece requerir una atención al detalle, más allá de nuestro alcance. 

Pero podemos empezar por pensar en el uso que hacemos de nuestro aliento. Por ejemplo, impulsa nuestro habla, pero hay una diferencia innegable entre las palabras sin vida y la palabra viva. Mucho de lo que se dice en la vida cotidiana carece de sentido y, en realidad, podría no decirse. Sólo de vez en cuando oímos palabras que son verdaderas y vivas, palabras que tocan la vida dentro de nosotros y la hacen vibrar en respuesta. Si fuéramos capaces de cultivar en nosotros el hábito de la verdad, de la lealtad a lo Real, entonces nuestra palabra, y las respiraciones que le dan expresión, se volverían vivas por sí mismas. 

También podríamos aprender algo del mito de Psique. Cuando se le encomendó la prueba aparentemente imposible de clasificar las semillas, fue rescatada por una colonia de hormigas que, al ver su angustia, sintieron compasión por ella y emprendieron la tarea en su nombre. La vida nos impone innumerables pequeños intercambios con los demás: palabras escritas, palabras habladas, miradas, alteraciones de nuestro lenguaje corporal, ajustes impensados de nuestro ritmo al abrirnos paso entre una multitud, y muchos otros ejemplos. Si, como las míticas hormigas, pudiéramos sentir compasión por cada persona de nuestro entorno, los intercambios cobrarían más sentido. Como consecuencia, nuestra respiración sería más viva.   

Y una última forma de mejorar la conciencia de nuestra respiración es simplemente desarrollar nuestra apreciación. Al no valorar todo lo que nos rodea, y todo lo que ocurre en nuestro interior, cerramos los ojos al tesoro infinito de lo divino. A menudo, de lo que somos conscientes es sólo un tenue reflejo del momento, vislumbrado en un espejo borroso empañado por nuestras concepciones y suposiciones. Si abandonáramos nuestras agendas y simplemente nos entregáramos a la luz viva de cada instante, empezaríamos a reconocer lo poderosa que es una respiración y lo que realmente representa. 

Hacer realidad estos tres métodos puede que no nos convierta en maestros completos de la respiración, pero sin duda mejoraría nuestra conciencia. 

Traducción: Abdel Kabir Mauricio Navarro J. 

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