Tales: The Greatest Devotee (Spanish version)

EL GRAN DEVOTO

Narada, algunas veces llamado como ‘Narada-muni’, ‘Narada-sabio,’ fue un gran devoto del Dios Vishnu, y estuvo constantemente comprometido en prácticas en alabanza a su Señor. Sucedió que Narada llego a Valkuntha, la morada celestial de Vishnu, y se encontró con su Dios cara a cara.  En el trascurso de su encuentro, Narada preguntó a Vishnu quién era Su gran devoto–quizás esperando  oír su propio nombre en respuesta. Para su sorpresa,  sin embargo, Vishnu mencionó a alguien más.

“¿Quién es ese?” preguntó Narada.

“El vive en  tal y tal pueblo,” Vishnu replicó.

“¿Podría tener el privilegio de estudiar su devoción?” preguntó Narada.

“Ciertamente,” dijo el dios.

Inmediatamente Narada partió a encontrar a este devoto perfecto. A través de incontables repeticiones del nombre de su Señor, Narada había purificado su mente hasta tal punto que  podía ir instantáneamente a donde escogiera–y en un abrir y cerrar de ojos, se encontró en la cabaña de un simple granjero. Observando oculto, vió cómo el granjero, al despertarse en la mañana, decía sólo una vez, “Narayana,” uno de los nombres de Vishnu.  Luego se iba a sus asuntos, trabajar todo el día en el campo, cuidar sus cultivos y responder por su familia. En la noche, antes de caer exhausto en la cama, él nuevamente decía “Narayana.”

Perplejo, Narada retornó a Valkuntha.  “Señor,” dijo “Yo no entiendo.  Este granjero escasamente te recuerda. Dos veces al día dice tu nombre, y ése es el límite de su devoción. ¡Cómo es que él es tu devoto más grande?”

Vishnu no contestó directamente a Narada. En lugar de esto, le dijo, “Tengo una tarea para tí. Toma esto.” Y le dio a Narada una vasija rebosante con aceite. “Ubícala sobre tu cabeza,” ordenó “y llévala una vez alrededor de todo Valkuntha. Pero asegúrate de no regar ni la más mínima gota.”

Obedientemente, Narada ubicó la vasija sobre su cabeza y con gran cuidado, comenzó a realizar el largo viaje alrededor del inmenso hogar de Vishnu.  Quizás ninguna otra persona podría haber logrado la tarea que Vishnu le había encomendado a Narada, pero, como su mente era pura y fuerte, Narada al final regresó y cuidadosamente ubicó la vasija llena de aceite delante de su Señor.

“Bien hecho,” dijo Vishnu.  “Y mientras estabas cargando la vasija, ¿cuántas veces dijiste mi nombre?”

“Yo no dije tu nombre, Señor,” dijo Narada humildemente. “Estaba concentrado en no derramar el aceite.”

“Y sin embargo este granjero, con todas sus preocupaciones, dice mi nombre dos veces al día.”

                                                                        Traducción Arifa Margarita Jáuregui

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