La Capa Divina
¿Cómo recibiremos las palabras de místicos como las de Ruzbihan Baqli en esta publicación? Podríamos pensar: “Bueno, algunas personas son afortunadas o bendecidas, ¿no es así? ¡Aquí estoy yo, diciendo mis oraciones y haciendo mis prácticas todos los días como un burro, y Ruzbihan se encuentra con Dios sólo caminando por la calle! Nunca podría ser digno de tal favor”. Pero esto pasa por alto un punto esencial: que cada persona debe llegar a su objetivo a su manera. Nuestra propia historia nunca será la de Ruzbihan. El regalo del Artista, el Divino Creador, es que cada uno de nosotros es único, hecho a mano en el Estudio con amor, y por lo tanto, aunque el hogar al que viajamos es el mismo, el camino por el que llegamos es distinto para cada persona. El camino que recorremos es el nuestro.
Ruzbihan se sorprendió, o quizás se avergonzó es un mejor término, de saber que el Uno sostenía su corazón en Su mano. “¿Tiene mi corazón tal condición?”, se preguntó. Pero sí, aparentemente sí. ¿Y qué pasa con nuestros corazones? ¿Quién los sostiene? A menudo los confiamos al mundo, pero las manos del mundo no son dignas de confianza, sin duda se marchitarán y se convertirán en polvo, y como dice un Sufi, “Si, cuando dejamos este mundo, no encontramos aquello a lo que hemos dado nuestro corazón, ¿qué haremos? ¿Cómo tendremos paz en la eternidad?”
Entonces, ¿cuál es el remedio? Si escuchamos la voz “que constantemente viene de nuestro interior”, podemos descubrir que nuestros corazones siempre han estado sostenidos por Aquel que los hizo, aunque a menudo somos ajenos a ese abrazo.
Dios le dice a Ruzbihan que su corazón es “la cosa más vasta que existe”, no porque Ruzbihan sea especialmente seleccionado entre todos los hijos de Dios – no necesitamos creer que es más grande que todos los maestros, santos y profetas – sino porque ese es el potencial de cada corazón humano. Normalmente nuestros corazones están apretados y confinados dentro de nuestro pequeño mundo individual, pero cuando empiezan a desarrollarse, hacen espacio para más y más, hasta que se extienden desde el Trono Divino a la tierra, y nada en la existencia está excluido – el amor y la luz Divina, las estrellas, las bellezas de la tierra, todo. ¡Qué magnífica capa haría un corazón así para el Amado!
Traducción: Abdel Kabir Mauricio Navarro J.