Farid: With a Seeing Ear (Spanish version)

Farid: Con un oído que ve

El extasiado poeta sufí Umar Ibn al-Farid (1181-1234 dc) nació en El Cairo de padres sirios, vivió durante un tiempo en La Meca y luego regresó a El Cairo donde falleció posteriormente. Aunque es poco conocido en el occidente, es considerado el más fino de los poetas místicos árabes (a diferencia de Mevlana Jelaluddin Rumi, que escribió en persa). Cuando era joven, solía ir a los oasis para retiros prolongados, pero después de un tiempo, sintiendo que no estaba haciendo suficiente progreso espiritual, abandonó esta practica y se inscribió en una madrasa para estudiar la ley islámica. Un día, fuera de la madrasa, observó a un tendero de verduras realizar su ritual de abluciones, pero vio que no las hacía de acuerdo con la orden prescrita. Cuando Ibn al-Farid trató de corregir al hombre, el lo miró y le dijo: -¡Umar! No serás iluminado en El Cairo. Serás iluminado solamente en la Meca…” Atónito, Ibn al-Farid se dio cuenta de que el hombre que estaba ante él era más que un simple vendedor de verduras, pero protestó que no podía hacer el viaje a La Meca de inmediato. En respuesta, el hombre le dio a Ibn al-Farid un visón de La Meca, una experiencia que lo afectó tan profundamente que partió inmediatamente para el Hijaz. Más tarde dijo: “Cuando entré en La Meca, la iluminación vino a mí ola tras ola y nunca se fue”.  

Permaneció allí por unos quince años, volviendo solamente a El Cairo cuando él oyó al mismo vendedor de verduras que lo llamaba de vuelta para asistir a su funeral. Llegó, para encontrar al hombre a punto de morir, y pudieron despedirse antes de morir. En el Cairo, Ibn al-Farid era ahora considerado como un santo, y la gente se agolpaba a su alrededor cuando caminaba por la calle. Fue invitado a enseñar a los jueces y a los principales nobles de la ciudad, pero evitó todas las ofertas de patrocinio, prefiriendo poner su confianza en Dios; una posición de enseñanza en la mezquita al Azhar le daba suficiente para mantener a su familia.  

Se ha informado de que Ibn al-Farid experimentó estados prolongados de éxtasis, y que gran parte de la poesía que tenemos fue dictada cuando salía de estos estados. Este breve pasaje se toma del trabajo mucho más largo, “Poema del Camino Sufi”. 

Me sumergí en los mares de la unión,
Inmersión aún más profunda por soledad
Y así recobré
La perla sin igual,

Que podía escuchar mis actos
Con un oído que ve
Y presenciar mis palabras
Con un ojo que oye.

Así que cuando el ruiseñor se lamenta
En la enredada maleza,
Y pájaros en los árboles
Trinan en respuesta,

O cuando las notas del flautista
Se estremecen en acordes
Con las cuerdas punteadas
Por la mano de la cantante

Mientras canta poesía
Que con cada nota
Impulsa a los corazones a volar
A su árbol de Lote *.

Entonces me deleito en mis obras de arte
Declarando mi unión
Y compañía libre
De la idolatría de la diferencia.

* En el Islam, esto se refiere a un árbol que se encuentra al final del séptimo cielo, llamado el Sidrat al-Muntaha, que marca el punto más allá del cual la creación no puede pasar. El Profeta Mahoma viajó a este árbol en compañía del Arcángel Gabriel, y fue ahí que oyó a Alá proclamar el deber de la oración sobre toda la humanidad.   

Umar Ibn al-Farid  
De ‘Poema del Camino Sufi’  
En la Poesía Mística Islámica  
Trad. Emil Homerin 
Traducido al español por Arifa Margarita Jáuregui

 

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